Publicado por: Paúl Miguel Ortega González, en Nov 11, 2021
Desde el momento en el que adquieres tu primera cámara fotográfica y empiezas a adentrarte con ella en el apasionante mundo de la fotografía, estableces una relación de cuidado y cariño hacia tu equipo fotográfico. Cuando decidimos comprar o ampliar nuestro equipo fotográfico hacemos una inversión económica grande. Muchas veces no nos importa: es nuestra afición, nuestra pasión y nos hace falta e ilusión disponer un buen equipo para poder llevarla a cabo.
Las mochilas fotográficas son un complemento obligatorio cuando compramos nuestra cámara, ya que has hecho la inversión en un buen equipo, no deberías dejar que se golpee o pueda sufrir daños en cualquier despiste, porque créeme que ocurren. Golpes con cualquiera esquina, rayones contra ramas de árboles cuando paseas por el monte, una lluvia inesperada o la incomodidad de tener que cargar con la cámara al cuello o el hombro durante todo el día hace que compense gastar un poco más de dinero en una mochila o bolsa para tu cámara nueva.
Son las que tienen más capacidad, permiten llevar más peso, y en general son más cómodas porque el peso va repartido entre las caderas y los hombros.
La mochila queda bien ajustada y permite diferentes movimientos y posturas sin que se mueva. Además, deja las manos totalmente libres.
El principal inconveniente es que el acceso a la cámara no es tan sencillo.
Hay modelos que dan prioridad a la facilidad de acceso y permiten una apertura lateral directamente donde va situada la cámara en su interior. Otros modelos dan prioridad a la seguridad y sólo permiten el acceso a la cámara desde la zona que va en contacto con la espalda.